En el camino hacia la Puebla de Guadalupe se encuentra la ermita del Humilladero, también conocida como la ermita de la Santa Cruz, que fue construida a principios del siglo XV. Está rodeada de la exuberante vegetación de la Sierra de Guadalupe y ubicada en el corazón de la comarca de las Villuercas.
Estas rutas de peregrinaje, conocidas como los Caminos de los Pastores, del Norte y de los Monjes, se unen al Camino Real, que tiene dos puntos de partida: Madrid y Toledo. Ambos ramales se encuentran en el municipio toledano de La Mata.
Desde allí, el camino continúa hacia Guadalupe, cruzando el río Tajo a través de una pasarela en El Puente del Arzobispo, construida a finales del siglo XV por el arzobispo de TOLEDO (enlace a nuestra publicación),Pedro Tenorio.
Recuerda al templete del Claustro Mudéjar, cuya construcción probablemente responde a los deseos de renovación, ampliación y embellecimiento del monasterio y sus alrededores por parte de la Orden de los Jerónimos, quienes se hicieron cargo del mismo en 1389 por orden del rey Juan I. Este rey mandó convertir el santuario en monasterio y otorgó su cuidado a los monjes jerónimos del Monasterio de San Bartolomé de Lupiana, en Guadalajara, Treinta frailes, liderados por el prior Fray Fernando Yáñez de Figueroa, se trasladaron a Guadalupe.
El pabellón del claustro fue la última obra
realizada durante la fase de ampliación del monasterio, destacándose como el
claustro más notable. En su interior había una fuente de bronce con una
inscripción que indicaba la fecha y la autoría del palio, atribuido al alarife
Fray Juan de Sevilla. Este monje, probablemente sevillano, pudo haber aprendido
técnicas arquitectónicas mudéjares en su ciudad natal y haber invitado a otros
maestros de obra mudéjares o moriscos para las ampliaciones del monasterio. Fray Juan de Sevilla
fue uno de los monjes jerónimos que inicialmente ocuparon el monasterio y fue
expulsado en 1406 por orden del rey Enrique III el Doliente, tras rebelarse contra el prior Fray Fernando Yáñez. Un año después, Fray Juan, fundó junto a Fray Hernando de Valencia y once compañeros más el Monasterio Jerónimo de Montamarta en Zamora.
La ermita fue financiada por el Conde de Haro con 100 marcos de plata, también pudo haber sido dirigido por Fray Juan de Sevilla, esto permitiría atribuirle la autoría del monumento y fecharlo antes de su expulsión de Guadalupe, situándolo en la primera fase de las obras mudéjares del lugar, que abarca desde la conversión de la primitiva iglesia en santuario a mediados del siglo XIV hasta la finalización del Claustro Mudéjar en 1405.
Templete Mudéjar del Monasterio. |
Se aprecian también en la obra mudéjar guadalupense rasgos propios del gótico-mudéjar castellano-leonés, o inclusive del aragonés, lo que hace del legado que los maestros mudéjares dejaron en Guadalupe no sólo la mejor obra de este estilo de Extremadura, sino una de las más ricas y elaboradas de toda la Península Ibérica.
Independientemente de si
Fray Juan de Sevilla fue el creador de la ermita, este pabellón comparte con el
del monasterio su planta cuadrada y diseño, con cuatro portadas sostenidas por
contrafuertes en las esquinas sobre bases de mampostería, destacando frente a
los ladrillos decorativos de los muros y la bóveda de crucería interior.
En su interior se ubica una cruz de granito
que le dio el primer nombre a la ermita, cruz
ante la que se pudieran postrar o humillar para orar los peregrinos y
penitentes, que realizaban el camino hacia Guadalupe, en la
actualidad se la conoce como El Humilladero.
Guardada hoy en día del exterior, por una reja dispuesta tras la restauración llevada a cabo en 1.985, así como la techumbre a cuatro aguas, de la restauración de 2008, en la que se cubrió el exterior del edificio con estuco, imitando al yeso sobre los ladrillos aplantillados para simular un aspecto pétreo, característico del arte mudéjar. Esto permitió ver la estructura de los muros de la ermita, con abundancia de ladrillos de perfiles curvos, que aún se observan en el interior del templete,...
...y cubierta con una bóveda gótica de crucería realizada a base de mudéjares elementos labrados, solución arquitectónica mezclada culminada en una clave que recoge el escudo del reino de Castilla, sujeto por cuatro ángeles y bordeado de bolas, habituales en la decoración castellana medieval.
Imagen recogida de: https1.bp.blogspot.com-ic1KAgAI82IT52vcusYgYIAAAAAAAABCEprR62YHv9rcs1600humilladero05.JPG |
Al exterior, sobre el cuerpo cuadrado del Humilladero de Guadalupe se erigía un segundo cuerpo en forma de cubierta a cuatro aguas, rematado sus cuatro vértices con tejas cerámicas. En la cumbre, un rectángulo de azulejos elevado con una cruz de hierro.
Casi todo el monumento, salvo los contrafuertes de las esquinas, está construido con ladrillo aplantillado que estuvo enyesado y enlucido.
El diseño de las lumbreras interiores del Humilladero, situadas sobre el arco tipo carpanel de entrada, presentan una ventana coronada por un arco apuntado, con tres parteluces unidos por tres arcos trilobulados y tracería, todo enmarcado por una doble arquivolta y un alfiz superior. Una fila de canecillos rodea la parte superior de cada portada, con dobles arquillos apuntados y ciegos en las tres caras externas de los contrafuertes angulares, repite el esquema de las caras exteriores, añadiendo una arquivolta más, sumando tres en cada lado del monumento.
La portada occidental de la Ermita del Humilladero es la primera en ser actualmente observada por el caminante, recibiendo a éste desde el camino que comunica el monumento con la carretera regional que une Guadalupe con Navalmoral de la Mata.
Adherido a esta puerta se instaló una cerámica
informativa sobre la historia de la ermita.
La esquina interna noroccidental del monumento permite apreciar las tres arquivoltas que culminan en las ventanas interiores de cada frontal del edificio. Además, se puede observar la unión de las dos arquivoltas más externas de cada portada en la ménsula que sostiene el nervio correspondiente de los cuatro que parten de la clave de la bóveda. En este caso, la ménsula presenta la figura de un ángel en actitud de oración, posiblemente invitando al caminante que se dirige hacia allí a unirse en esta actitud.
El ángulo interior nororiental del templete, en cuya ménsula central presenta a un ángel portador de un libro, posiblemente aquel del que los seres celestiales del muro sur leen mientras tocan sus instrumentos musicales, ofrece semejantes características al noroccidental, no sólo en su trazado sino inclusive en su decoración, cuyas figuras talladas en los capiteles de las arquivoltas muestran sonrientes caras de sencillos trazos y vegetación a su rededor.
Caras sonrientes. |
Angel portador de libro. |
El flanco norte se aprecian los elementos decorativos claves de esta portada, repetidos de igual manera en las tres fachadas restantes, donde una ventana gótica de triple parteluz unido por arcos trilobulados, propios del arte bajomedieval pero popular también dentro del movimiento mudéjar, corona el arco carpanel que da paso al edificio.
La Ermita, en general,
presenta un patrón decorativo semejante en sus portadas, pero la fachada sur se
distingue por sus figuras combinadas y un simbolismo más complejo, lo que
refleja un rico encuentro de influencias culturales y religiosas.
Cuenta con numerosos elementos góticos en cada una de sus caras, orientas hacia los cuatro puntos cardinales.
Aunque los artistas musulmanes andalusíes solían evitar representaciones humanas y zoomórficas, los relieves del templete muestran influencias cristianas tanto en el estilo como en los temas representados.
En estas ménsulas centrales, hay ángeles tocando instrumentos musicales medievales que podrían representar la ceremonia, en la esquina oriental, la mandora, la cítara, la vihuela o la guitarra en la occidental. También se puede observar un ángel en actitud orante.
Sin embargo, hay un cambio significativo en la decoración: contrasta con los capiteles del lado derecho de la fachada sur y la esquina derecha del ángulo suroriental interior.
Como otras obras
gótico-mudéjares de la primera fase de ampliaciones jerónimas, refleja la reunión
de ambos estilos, con predominio del mudéjar sobre el gótico. Mientras el
gótico se encarga de las soluciones arquitectónicas, el mudéjar domina la
decoración y el uso de materiales, influenciado por el arte almohade.
Esto sugiere que tanto artistas mudéjares como cristianos podrían haber trabajado juntos en la creación del templete.
La mayoría de los relieves conservados en la ermita exhiben una representación escultórica similar. En los capiteles tanto externos como internos que sostienen las dobles arquivoltas que enmarcan las ventanas de cada lado, hay un total de treinta y dos figuras, con la excepción de un capitel perdido en el ángulo interior nororiental del edificio.
Estas figuras sonrientes pueden simbolizar la alegría de los peregrinos al llegar a este punto de su camino, reflejando el gozo de alcanzar Guadalupe y encontrarse con la sagrada y milagrosa imagen de Santa María. Las esculturas no sólo decoran el edificio, sino que también comunican un sentido de bienvenida y logro, subrayando la importancia espiritual y emocional del lugar para los viajeros.
Otra talla
en esta misma área muestra una criatura con rasgos faciales humanos y cuerpo de
animal cuadrúpedo posiblemente representando un centauro o centáurida, que simboliza pasiones y
deseos pecaminosos. y a su lado otro con
una capucha.
La
excepción a esta línea representativa la suponen los capiteles ya mencionados
de la portada sur del edificio y sus paralelos internos. Vemos en las dos
figuras talladas en el margen izquierdo del frontal meridional sendas criaturas
híbridas, con cabeza humana y cuerpo de animal. A juzgar por lo que se adivinan
pechos, la figura primera representaría un híbrido femenino, correspondiendo el
resto del cuerpo al de un animal cuadrúpedo de cola puntiaguda. Junto a este
controvertido capitel encontramos una talla de composición parecida, en la que,
sin embargo, sí se distinguen los rasgos faciales de la criatura así como el
gorro o capucha que cubre por completo su cabeza. El cuerpo, como en el caso de
la figura adjunta al mismo, parece acercarse al de un cuadrúpedo, por lo que
podríamos estar contemplando una figuración del centauro, criatura grecolatina
incorporada al bestiario medieval y ampliamente representada en el románico
castellano cuya simbología cristiana alude a las pasiones y a los deseos
pecaminosos que tientan el alma.
Imagen recogida de: https1.bp.blogspot.com-qKL0OZbkuMMT52zNowoCqIAAAAAAAABD0lPgLDLjODHws1600sur02.JPG |
Su paralelo interno se conserva a su vez fragmentado, dificultando aún más la identificación de la criatura.
Las esquinas internas del frontal sur, tanto
oriental como occidental, repiten el trazado descrito en imágenes anteriores,
con ángeles ubicados en las ménsulas centrales tocando y tañendo instrumentos
musicales medievales que pudieran representar el salterio en el
primero, o el laúd, la mandora, la cítara, la vihuela o la guitarra,
en el segundo, ofreciendo sin embargo un sustantivo cambio en
la decoración, al ubicarse en estos ángulos, de la misma manera que en los
capiteles paralelos del exterior, figuras distintas a las sonrientes faces ya
presentadas y que componen 24 de los 32 capiteles totales, con diversos “Green
man” u hombres verdes, así como figuras híbridas posiblemente tomadas de los bestiarios
medievales pero de difícil identificación e interpretación.
Cuatro caras sonrientes, emparejadas de a dos y ubicadas a ambos lados de la ventana que corona la puerta de acceso norte de la ermita, decoran las ménsulas externas que recogen las dobles arquivoltas de este lado del edificio.
Una
de ellas es una adaptación del "Hombre Verde". En esta, se le muestra
con diversos tallos saliendo de su boca y enrollándose alrededor de su cuello y
cabeza. Esta imagen simbólica es vista por algunos como una representación de
la lujuria, pero mayoritariamente se identifica con la fertilidad. En su
versión cristiana, se relaciona con la regeneración fructífera de la persona y
su alma a través de la redención de sus pecados, lograda mediante el perdón y
la adoración a Dios y a su Santa Madre.
La
presencia de un gran número de piñas labradas en estos capiteles, que surgen de
los tallos descritos y envuelven a las figuras mencionadas, que refuerza la
identificación de estos seres con la regeneración. La piña, símbolo de
fertilidad utilizado por egipcios y romanos, fue adoptada por los cristianos
como representación del renacer espiritual. Además, se incluyen figuras
híbridas posiblemente tomadas de los bestiarios medievales, de difícil
identificación e interpretación. La leyenda del "Green Man" de origen
pagano se remonta a tiempos anteriores a Cristo y es compartida por culturas
tanto orientales como europeas, siendo la tradición celta la que principalmente
conservó su historia y la llevó a regiones como Castilla. Las representaciones
conservadas en la Ermita del Humilladero muestran una versión de este ser,
conocida como la representación del "degüelle". En esta imagen, se le
ve con diversos tallos saliendo de su boca y enrollándose alrededor de su
cuello en actitud de separar la cabeza (mente) del cuerpo (ente). Esta
simbología es vista por algunos como una manifestación de la lujuria, pero en
su mayoría se asocia con la fertilidad, y en su versión cristiana, se acerca a
la regeneración fructífera del alma a través de la redención de los pecados.
Imagen recogida de: https3.bp.blogspot.com-Kviv6vbYKSoT52zZ1hp8lIAAAAAAAABD8fzi-6H0xO1cs1600sur03.JPG |
Esta ermita fue declarada monumento nacional en 1931.
INFORMACIÓN
RECOGIDA DE LOS SIGUIENTES ENLACES:
https://geoparquevilluercas.es/sitios-culturales/34-la-ermita-del-humilladero/
https://caminosdecultura.blogspot.com/2012/04/ermita-del-humilladero-en-guadalupe.html
VISITA OTROS SORPRENDENTES LUGARES DE CACERES EN EL ENLACE.
Conozco Guadalupe, pero el humilladero no, tengo ganas de verlo. Besos.
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